La enorme demanda del buen yonque de Penachí, consumido en todas las fiestas de la franja andina como Colaya, Huaratara, Canchachala, Ullurpamapa, Penachi, Kerguer, Chiñiama y hasta la lejana Huallabamba, y en todos aquellos poblados .
Por esta razón, el comprador tuvo que ir en busca de tan codiciada mercancía a las alturas de salas, a la Shita y la Pescadera.
Cuando regresaba tarde de la noche, con sus odres llenos de aguardiente, perfumando a pasos los caminos solitarios, con ese olorcillo convidador y fiestero, sintió a lo lejos, en el silencio de la profunda noche, el tropel de un ágil caballo que se acercaba veloz.El humilde
comerciante, temeroso, pensó que se trataba del recaudador que andaba haciendo sus pesquisas.De inmediato inquirió que su mercancía sea sería decomisada por este empleado del gobierno que vigilaba los caminos y trapiches, para que productores y comerciante pegaran sus impuestos.
De pronto, como salido de la negrura de la noche, frente el estaba el apuesto y misterioso jinete, vestido de blanco, contrastando con el color de la noche y el brioso corcel que montaba.El animal bien enjatado relinchó en el silencio de la penumbra y luego el extraño personaje desmonto.El comerciante con suma humildad y temblando de miedo se le acerco y le dijo: Buenas noches señor.El hombre de blanco, sin mostrar el rostro replicó: no me llames señor, soy tu amigo; de dónde bueno y a estas horas?-Disculpe, por favor comprenda que soy humilde padre de familia , -argumento suplicando el vendedor de aguardiente, sin poner contar su nerviosidad, pero aquel extraño hombre como salido de las sombras, mostrando amabilidad persuasiva, dijo: No temas, si tu quieres yo te ayudo y conmigo tendrás mucho dinero. De súbito el canto del madrugador gallo anuncio el claro amanecer, aporximandose con el lejano fulgor de las estrellas.Un vientecillo frío agito el follaje de los arboles cercanos y un largo relincho despertó a las aves y a los zorros que descansaban en sus madrigueras.
Bueno amigo, dijo el gallardo jinete, hasta aquí asido la compañía.Cuando se anime aque le de un apoyo, me busque en el cerro tres puntas, siempre a las 12 del día, y me llama.Ceremonioso recomendó primero lanzaras tres silbidos bien fuertes, luego gritaras con todas tus fuerzas !SIMÓN MON¡ 3 veces consecutivas.Dicho esto por encanto desapareció y misterioso canto del gallo se escuchó lejana mente.
El comerciante de aquel licor andino que vierte coraje al poblador que escondes sus complejos en el subconsuentes, dio un rito aterrador desplomándose frente ala puerta de sus casa. La esposa, al abrir la puerta presurosa encontró asu marido brotándole espuma de boca. Había visto en los solitarios pasa rajes a SIMÓN MON, el diablo.
FUENTE: "DIOSES, HOMBRES Y DUENDES" AUTOR: RULLY FALLA FAILOC
No hay comentarios:
Publicar un comentario